Ahora

Decidí tomar un descanso tras 3 horas delante del ordenador sin levantar la vista.

Sentía como mi cerebro se saturaba y una pregunta llenaba todo el espacio. ¿De verdad esto me lleva a alguna parte? ¿es esto a lo que quiero dedicar mi vida?

Me puse una canción de Lorena Mckennit.

Cerré los ojos y respiré profundamente. Repasé mi cuerpo de abajo a arriba. Sentí mi anclaje a la Tierra, sentí mi unión al Cielo a través de la coronilla. Sentí mi corazón en medio. Sentí mi cuerpo alineado.

Sintonicé con la música, dejando mi mente en silencio. No me costó porque mi mente pedía un descanso. Esto me recordó a un compañero de carrera, que escribía poesía después de estudiar, porque decía que cuando la mente está agotada, el inconsciente es capaz de crear lo mejor.

[Mientras escribo esto, noto como la sensación se diluye, así que intentaré capturarla en palabras lo antes posible.]

Con mi cuerpo siendo uno y surfeando la música, busqué el testigo que queda detrás de todo el aspaviento, de toda la frenética actividad que se despliega en el escenario de mi personalidad.

Encontré ese punto, la entrada al eterno Presente, y me quedé allí un buen rato.

Primero con los ojos cerrados, sintiendo la alegría de vivir de cada una de mis células, al ritmo de la música sagrada celta.

Tenía miedo de abrirlos y volver a la árida realidad. Pero lo hice igualmente y… ahí seguía. La sensación de haber detenido el tiempo, del Silencio del que hablan los sabios. De ese ser porque sí, sin urgencias, ni quehaceres, feliz de ser, de manera incondicional.

Como en la mejor de mis sesiones con la planta sagrada. Mejor incluso que entonces.

Sintiéndome capaz de quedarme en Silencio, o de bucear por mis entrañas, en busca de la Esencia que se vive pero no se puede nombrar.

Las lágrimas empezaron a brotar. Por un momento, alarma social. ¿Me verán?

Duró un instante, hasta que el miedo al juicio, y el juicio mismo, se disolvieron como humo en el cielo transparente de mi absoluta satisfacción con lo que ES.

De repente, el tráfico ya no era ruidoso, las tareas pendientes no apuraban, dejó de hacer calor o frío…

Apareció tu recuerdo y aproveché a mandarte un saludo a través de lo-que-nos-une-a todos.

Y entonces empezó otra canción, Never give up, y la frase I’ll find my way home, y sentí que así es, el camino a casa se ha desplegado antes mis pies y he dado mis primeros pasos gozosos.

Disfruto de este momento de gloria, como quien disfruta del primer arbusto con flores que se encuentra, pero consciente de que el Camino estará lleno de maravillas y debo seguir caminando….

Ganas locas de levantarme y ponerme a bailar.

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